Garra, huevos, mística o suerte por borbotones. Pueden llamarla como quieran, pero no hay dudas de que la experiencia que vivió este viernes Uruguay ante Ghana fue descorazonante. Tras 119 extensos minutos que parecían concluir con un 1-1 en el marcador, se dibujó una situación que quedará marcada a fuego en la historia de los charrúas. Un tiro libre en favor de los africanos generó una tole tole que Dominic Adiyiah trató de resolver con un cabezazo que iba directo a las redes. El golero Fernando Muslera la veía pasar, Jorge Fucile era sobrepasado pese a una contorsión imposible. ¿Gol? Las pinzas. De la nada surgió «la nueva mano de Dios», la mano del delantero Luis Suárez, quien estaba parado en la línea. Cierto, la acción era igual a un penal y a la expulsión del ariete, pero le abría la ventana del milagro a su selección.
Asamoah Gyan, quien había convertido dos tantos desde los 12 pasos, fue el encargado de vulnerar a Uruguay y llamar al retrasado gol para desatar la alegría en el único equipo que quedaba representando al continente. Sin embargo, luego de haber tomado carrera, el impacto de su pie derecho envió a la Jabulani al horizontal y después a las nubes. Una milésima de segundo pasó y el juez portugués Olegario Benquerença pitó el fin, obligando a la definición desde el punto máximo.